Pedro Vizcay/DIARIO DE LEÓN

Cuando todavía no hemos entrado en el ecuador de la media veda el síndrome del topillo casi ha arruinado una campaña que, de por sí, tampoco estaba resultando boyante. Al margen de que muchos cazadores hayan colgado las escopetas, puede decirse que, para el resto, los resultados de la temporada de codorniz han sufrido un considerable descenso, especialmente en las rastrojeras de secano. En los regadíos, menos afectados por la crisis del topillo, sigue siendo pobre pues, además de que hay pocas codornices, existe también un lógico descenso por las piezas abatidas tras los primeros días. La ventaja de estas zonas es que nunca se acaban las codornices, pues tienen un buen refugio en las amplias superficies de maizal de las que sólo salen por la mañana, muy temprano, y con la caída de la tarde. También tienen su inconveniente, como es que, salvo a esas horas matutinas y vespertinas, resulta casi imposible levantar algún pájaro. Tan sólo y con buenos perros puede hacerse en las remolachas o en las alfalfas, pero siempre rozando la legalidad ya que son zonas con cultivos vivos y no deben pisarse aún cuando lo autorice el propio dueño de la finca. En todo caso, y dado que hay menos cazadores, hacer una percha de media docena de aves es posible.

A partir del domingo, día 26, la tórtola común ya se puede cazar, lo que supone un leve aliciente para la media veda. Esta pequeña paloma, que hace años abundaba de forma extraordinaria, ha sufrido una caída en picado de sus poblaciones. Las causas habría que buscarlas en la presión excesiva que se lleva sobre el ave en el norte de África, donde apenas se cazaba, y que ahora se vende como un aliciente en muchos viajes de turismo. Aunque es prácticamente imposible cazar el cupo de tórtolas, no conviene olvidar que son ocho ejemplares por cazador y día. Otra de las especies que se pueden cazar en la media veda es la paloma torcaz. Resulta paradójico el comportamiento de estas aves, de gran envergadura y considerable tamaño. Antes de la apertura de la media veda es frecuente verlas en abundancia mientras que, llegado el momento, desaparecen de algunas zonas. A finales de agosto la torcaz, que ya ha criado durante el verano, se reúne en grandes bandos de forma que, en las zonas donde se alimenta, constituye una importante pieza cinegética. Las que crían en el territorio lo abandonan a primeros de septiembre, pero en las zonas de paso entran grandes bandos procedentes de Europa.